Pues, ¿saben qué? No soy republicano. No por ánimo de llevar la contraria (me repelen los que nadan a contracorriente sólo para significarse), ni porque no sea de izquierdas (no soy... de nada, sólo de mí), ni por ningún otro motivo espurio. No soy republicano... por lo siguiente. (Tómese su tiempo o pase a otra cosa: no soy yo de despachar asuntos complejos de tres manotazos).
- No soy republicano porque la república no es sinónimo de país moderno y avanzado. De hecho, tanto históricamente como en la actualidad, las naciones más "avanzadas" han tenido y siguen teniendo un monarca en la cúspide institucional, eso sí, desprovisto de funciones políticas y reducido a un papel simbólico, cuando no decorativo. Suecia, Noruega, Bélgica, Dinamarca o Gran Bretaña son monarquías; Zimbabue, Venezuela, Uzbekistán o Malí, repúblicas.
- No soy republicano porque -con matices- en una república el Presidente goza de unos poderes desmesurados, los cuales le llevan a menudo a actuar por su cuenta y enfrentarse a la cámara de representantes, algo que en Estados Unidos experimentan con gran frecuencia. En una monarquía como la española, el Rey no tiene esa prerrogativa; es más, cualquiera de los documentos que firma para ser publicados en el BOE deben ser refrendados por la de un ministro; de lo contrario, son nulos de pleno derecho.
- No soy republicano porque, en España, la república se ha demostrado, con una pertinacia elocuente, un fracaso morrocotudo. Basta con leer un manual de historia para bachilleres y se comprobará que las repúblicas en nuestro país han sido aprovechadas, siempre, por los más taimados para tratar de imponernos regímenes nada republicanos. Sonroja ver a los neocomunistas jactándose de republicanismo, cuando aquellos países en los que han detentado el poder los herederos de Marx lo que más bien ha imperado ha sido la tiranía unipersonal: Stalin, Mao, Pol Pot, Castro, Ceaucescu, etc.
- No soy republicano porque, en la España del siglo XXI, si se ataca a la monarquía no es por convicciones políticas, sino por razones estratégicas: los neocomunistas radicales (que, por abjurar, abjuran incluso de Carrillo y del PCE de la Transición) columbran que, abatiendo la figura del Rey, arrasaran con la democracia constitucional, con su denostado "régimen del 78", el cual, sin embargo, ha significado el período de mayor paz y prosperidad de toda la historia de nuestro país.
- No soy republicano porque una república no es más barata, económicamente, que una monarquía (hay estudios que lo demuestran), pero sí mucho más costosa en términos políticos y sociales. Un rey decorativo es un ser inocuo por derecho, pero un presidente de república es una amenaza permanente a la convivencia pacífica entre los ciudadanos.
- No soy republicano porque el pseudoargumento de que "al Borbón nadie lo ha elegido" es falso (la inmensa mayoría de los españoles votaron a favor de la monarquía en el referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978) y, además, a José María Aznar o a Mariano Rajoy sí lo eligieron los españoles, y eso tampoco a los republicanos les parecía argumento suficiente como para respetar -ni política ni personalmente- a ninguno de los dos, ni siquiera para asumir la legitimidad de su ejercicio político.
- No soy republicano porque no existe ni un solo argumento sólido, racional y convincente de que en nuestra monarquía no se pueda hacer y deshacer lo que se desee, en términos políticos: basta con que el partido que aspire a legislar en un sentido u otro sea merecedor de una mayoría suficiente de los sufragios emitidos en unas elecciones libres. ¡Ah, calla! A ver si el problema va a ser ese: que los republicanos no es que sean más democráticos, es que son menos en número. Quizás por eso sueñen con un escenario de caos institucional para prosperar (a río revuelto, ganancia de tahúres), pues en un país estable sus opciones de implantar sus patéticas quimeras es prácticamente... nulo.
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